Procesar duelos es un continuado existencial. Es inherente al hecho de estar vivo. No hay crecimiento sin pérdidas ligadas a las ganancias de las nuevas conquistas.
Hay duelos muy visibles y obvios. Hay duelos propios, íntimos, imperceptibles a veces hasta para uno mismo.
Hay duelos que pasan más o menos atendidos o desapercibidos según las coyunturas y las resonancias asociadas.
Dependerá del estilo personal cómo cada uno los atraviesa, cuánta energía les pone, qué cabida les da en su conciencia.
Más allá de lo que se pueda o no hacer con ellos, los duelos siempre son movimientos estructurales que van tallando nuestro ser.
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