de Malabares Existenciales, texto del verano/2mil15,
vivía en Tigre en un lindo lugar, estaba triste,
unos años después miro de lejos, configuro nuevas formas,
ya no sangro y a la vez lo siento tan vigente.
"Domingo al mediodía de un día de sol en mi ciudad y desolación en mi alma.
Necesito escucharme.
Estoy alunada/menstruando,
mi cuerpo tomado por esa necesidad de quedarme adentro,
encuevada conmigo misma,
mi casa acogedora, impecable
gracias al impulso de limpieza generalizada previo al sangrado,
honro al visionario y poderoso "síndrome premenstrual".
Hoy en algún momento tengo que salir al mundo,
la realidad externa me espera,
corresponde que me haga cargo de la rueda de mi auto pinchada desde el viernes.
Me visto y salgo,
manejando me doy cuenta de que no traje el celular,
¿dónde está mi cabeza?
¡gran sorpresa!, nunca pensé que algo así podría sucederme
¿yo no soy yo? ¿o qué me pasa?
Voy a la gomería más cercana, que no me queda muy cerca pero es la que hay,
mientras el muchacho me explica que la rueda...
y que el parche correspondiente...
siento mi sangre caer,
y aunque entiendo que entonces tengo que ir mañana de vuelta a la gomería
porque el arreglo de la rueda requiere...
siento mi sangre caer,
y amo en ese instante mi sangrado que fluye conmoviéndome,
evocándome todos los momentos en los que mi sangre me acompaña.
Más allá de donde sea que yo esté,
la sangre no se domestica,
no se somete, no se acomoda, no se calla, no se esconde,
consagro el momento porque lo siento sagrado.
La LUNA en mí me invita a estar PRESENTE y me conecta,
me acuna y me aquieta, me da confianza y me calma,
me recuerda que estoy viva,
que la vida vive en mí,
que soy mujer cíclica, fértil, redonda, circular.
Agradezco y sigo, un poco más conciente en cada nuevo ciclo."
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