Si sos muy aventurero avanzás por lugares peligrosos, si sos valiente te metés un poco más. Si estás cansado hacés un plan más relajado.
Hay viajes que sirven para tomar fuerzas, para verse a uno mismo desde otra perspectiva, en otro lugar, con otra gente. A veces llegás a lugares que no conocías y querés quedarte más tiempo del que habías planeado, otras veces te querés ir rápido sin mirar demasiado.
Viajar por uno mismo sirve para despertar aspectos dormidos, conocerse mejor, iluminar zonas oscuras.
En el mejor de los casos la experiencia de intimidad en el vínculo terapéutico habilita un volver a nacer, propone un nuevo hábitat afectivo con el plus de lo ya vivido.
Hacer terapia es darse la posibilidad de volver a empezar, de dar otros pasos, de descubrir nuevos caminos.
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