
El registro de que vale la pena pasar por donde haya que pasar se impone,
sin hacerse la distraída, ni la víctima, ni la imposibilitada,
sino pasando todas las veces,
y en cada nueva vuelta algo distinto y más auténtico y más liviano,
y más integridad,
y un día nos alejamos tanto de eso que tendíamos a repetir, en los intentos de sanación, que de pronto estamos en otro lugar,
naturalmente femenina, ciclos eternos nos habitan, vida - muerte - renacer,
fuertísimos aprendizajes encarnándose en el alma,
sucede, se vive, se siente y salimos volando, de a ratos, como en los sueños de la infancia que se cumplen creciendo,
realidades, sensaciones, encuentros,
terrenos conquistados con sus duelos pertinentes,
luces que se ven, frecuencias que se vibran,
sin prisa, pero sin pausa, ir siendo.
a 𝐥𝐨𝐬 𝟓𝟎 𝐲 𝐦𝐚́𝐬 𝐚𝐥𝐥𝐚́
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