
"El instante está a la vez dentro y fuera del tiempo, y presenta una peculiar cualidad de fulguración intrépida que ilumina la vida psíquica humana. Posee un carácter de liviana y sucesiva muerte y resurrección. Propicia momentos donde se vivencia lo perecedero en la mágica aparición y desaparición de los estallidos provenientes de una feliz conjunción entre los sistemas psíquicos.
Si las mujeres, alcanzada la conmovedora meseta de la mitad de su vida, logran nutrir sus días con experiencias provenientes del dominio de lo instantáneo, acceden entonces -no sin esfuerzo, no sin renuncia, no sin sorpresa- a una longitud de vida diferente.
La reflexividad luminosa del instante confirma al ser en su originalidad y en la seguridad de vivencias irrepetibles, únicas y cambiantes, más allá de la cualidad de placer o displacer que conlleven.
La familiaridad con la dinámica del instante es fuente de rejuvenecimiento, es atemporalidad en ciernes, es posibilidad de acceso al estado de abierto."
* 𝘔𝘢𝘳𝘪𝘢m 𝘈𝘭𝘪𝘻𝘢𝘥𝘦, "𝘈𝘥𝘪ó𝘴 𝘢 𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦"
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