Llegó el día, empezaron las clases un años más,
y con ellas la marca del tiempo que pasa señalando finitudes,
¡mis hijos crecen tanto!
me acuerdo de cuando pensaba cómo sería tenerlos en 2o, 4o y 6o grado...
así es, como es ahora,
nunca imaginable la realidad que pasa y desborda cualquier proyección posible,
¿para qué me detengo a pensar cómo será lo que vendrá?
y a la vez cómo no hacerlo siendo humana encarnada en este cuerpo,
en esta tierra, en este tiempo y espacio que compartimos y habitamos,
vibro con sus caritas de incertidumbres y expectativas,
y cada uno con su estilo y su forma de ser y estar en este mundo,
me conmuevo vislumbrando todo lo que deben estar sintiendo ellos
mientras vamos en el auto hacia este nuevo primer día,
los visualizo luces yendo por el mundo,
¿cuántos primeros días de tantas etapas compartiremos?
¡me resulta tan alucinante esta perspectiva de amor total que se siente por los hijos!
experiencias que encienden mis sentidos ávidos de intensidad,
verlos paraditos en sus lugares mientras suena el himno, me dan ganas de bailarlo,
me imagino a todos: madres, padres, maestros y alumnos,
¡todos bailando el himno nacional!
y cada uno a su aula y yo a lo mío,
me cuesta dejarlos, adoro dejarlos,
quisiera no perderlos de vista nunca,
me encanta no verlos por un rato,
convivencia de sensaciones, me inundan las emociones,
¡empezaron las clases! ¡mis mejores deseos!
"y bueno pues adiós ayer y cada uno a lo que hay que hacer..."
texto de marzo del año 2mil15 (Malabares Existenciales)
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