Irvin Yalom es un psicoterapeuta que me inspira desde que lo conocí. Admiro su modo tan propio y singular de situarse como psicoterapeuta, y su posibilidad de transmitirlo con tanta generosidad. Yalom llega al alma mediante su escritura y genera altas resonancias, transmite con sencillez y sabiduría cuestiones básicas del aspecto sanador del encuentro paciente-terapeuta.
En este libro, a sus 85 años, habla desde un lugar de llegada y despedida, da cuenta de sus aciertos y sus errores con humildad. Se esmera por hacer prevalecer siempre las implicancias de ser humano que hay en cada humano, potenciando así la compasión y empatía, valores básicos de su perspectiva existencial.
Copio un párrafo que describe esos momentos de cambio subjetivo, donde tantas veces nos encontramos en el trayecto de nuestras vidas, teniendo que soltar formas en las que ya no entramos sin poder vislumbrar todavía para dónde o para qué. Suelen ser coyunturas difíciles de atravesar, encrucijadas que asustan y angustian, pero que no se pueden evitar cuando el deseo comanda.
Cuenta lo que le hubiese dicho a su Irvin joven en plena crisis existencial si hubiese sido su paciente .
“Nuestro tiempo se termina, pero antes de detenernos, déjame decir que aprecio la dimensión de la lucha que enfrentas. Estás atrapado entre dos mundos: no conoces ni respetas el viejo mundo, y aún no acabas de discernir la puerta que conduce al mundo nuevo. Esto genera mucha ansiedad y vas a necesitar mucha psicoterapia para ayudarte con eso. Me alegra que hayas decidido venir a verme… Tienes muchos recursos y tengo una intensa premonición de que vas a estar bien.”
"Memorias de un Psiquiatra", Irvin Yalom
